Vecinos y concejales platenses se oponen a la instalación de dos centrales cerca de zonas pobladas, mientras la empresa avanza con avales provinciales y sin audiencia pública.
La instalación de un polo termoeléctrico en el kilómetro 49 de la Ruta 2, en jurisdicción de Brandsen pero a escasos metros del partido de La Plata, reavivó una fuerte controversia ambiental, social y política. La iniciativa, que contempla la puesta en marcha de dos centrales generadoras de energía a gas, ya cuenta con la habilitación del Ministerio de Ambiente bonaerense, pero enfrenta una resistencia creciente por parte de vecinos, productores rurales y concejales platenses.
Este viernes se realizará una jornada de protesta en el kilómetro 52 de la misma ruta, organizada por residentes de Abasto, El Peligro, Las Casuarinas y Las Golondrinas. El reclamo se da a días del tratamiento del expediente en el Concejo Deliberante de Brandsen, paso previo a la gestión provincial para cambiar el uso del suelo donde se ubicarían las plantas.
Las alarmas que se encienden en La Plata
Aunque el emprendimiento se proyecta formalmente en territorio de Brandsen, su cercanía con barrios rurales y periurbanos de La Plata —además de una escuela— generó un fuerte malestar entre vecinos que temen por las consecuencias en la salud, el ambiente y la producción frutihortícola de la región. El cinturón verde platense abastece a gran parte del conurbano sur y de la ciudad, por lo que cualquier alteración en el uso del suelo y los recursos naturales tiene impacto directo en la economía y el consumo local.
Valeria Magnone, residente del barrio Las Casuarinas, advirtió que el proyecto “golpea de lleno a todos los platenses”. El temor principal radica en el posible uso intensivo del acuífero Puelche —fuente clave de agua potable en la región—, la contaminación del aire y los ruidos que podrían afectar a zonas residenciales y rurales.
Pedido de informes desde el Concejo platense
En este contexto, concejales del bloque UCR + PRO de La Plata se reunieron con vecinos de la zona para escuchar sus preocupaciones y presentaron un pedido formal de informes al Municipio y a la Provincia. Los ediles Manuela Forneris, Diego Rovella, Gustavo Staffolani y Melany Horomadiuk reclaman conocer si se realizaron los estudios de impacto ambiental exigidos por ley, y si se convocó a una audiencia pública, paso obligatorio en este tipo de proyectos según la normativa ambiental vigente.
“El desarrollo energético no puede avanzar a espaldas de la comunidad ni a costa de la salud y el ambiente. Se necesita participación ciudadana, transparencia y control estatal”, plantearon los concejales.
¿Una inversión limpia o un riesgo encubierto?
Del lado de los impulsores del proyecto, se insiste en que las plantas funcionarán a gas y con tecnología más moderna que los modelos anteriores. Según especialistas consultados por las autoridades, no se utilizarán turbinas recicladas de aviación —consideradas obsoletas y altamente contaminantes— ni se consumirán volúmenes excesivos de agua. Además, desde el municipio de Brandsen aseguran que se garantizará el cumplimiento de los estándares ambientales y que habrá controles para que la operación se mantenga dentro de los límites legales.

La iniciativa es promovida por una empresa privada que promete generar empleo en la zona y pagar tributos al municipio, lo que representaría ingresos adicionales para la gestión local. También se proyecta que una de las dos plantas abastezca a industrias del sur del conurbano, mientras que la segunda podría inyectar energía a la Región Capital, incluido el Gran La Plata.
Sin embargo, desde el sector vecinal denuncian que la falta de información pública y el escaso diálogo con las comunidades afectadas reflejan una estrategia opaca, donde los intereses económicos parecen pesar más que las garantías sanitarias y ambientales.
Lo que está en juego para la región
A la espera del tratamiento legislativo en Brandsen y del avance de las gestiones provinciales, la tensión sigue creciendo en la zona oeste de La Plata. En un contexto de crisis energética, presión fiscal y demandas de infraestructura, el debate sobre el modelo de desarrollo productivo y ambiental vuelve al centro de la escena.
La Plata, que ya convive con experiencias termoeléctricas como la Central Barragán, observa con preocupación cómo un nuevo polo de energía se instala sin certezas sobre su impacto real. Mientras tanto, los vecinos organizados ya anticipan que no se quedarán de brazos cruzados.