Mientras el Gobierno insiste en mostrar señales de estabilidad cambiaria, el mercado financiero expone las tensiones de fondo. La combinación de una fuerte demanda de cobertura en dólar futuro, la presión sobre los depósitos a plazo fijo y un deterioro sostenido de las reservas del Banco Central, encendió las alertas sobre la sostenibilidad del plan económico de Javier Milei y su ministro Luis Caputo.
Uno de los focos de preocupación gira en torno a los plazos fijos en pesos. Según estimaciones privadas, los depósitos del sector privado suman el equivalente a USD 33.400 millones al tipo de cambio MEP, una cifra que representa el 5,8% del PBI. La mayoría de estos fondos vencen en menos de 30 días y un 16% son precancelables, lo que los vuelve vulnerables frente a cualquier salto del dólar o deterioro de la rentabilidad.
El problema es simple: la reciente escalada de los dólares financieros terminó por pulverizar el atractivo de los plazos fijos, y la mirada de los inversores comienza a migrar hacia el mercado cambiario. “Si se dispara la fuga de pesos hacia el dólar MEP, la única herramienta que le queda a Caputo es subir la tasa. Pero eso choca de frente con la recuperación del crédito que pregona el Gobierno”, advierten en el sector financiero.
A esta situación se suma el comportamiento de los fondos “money market”, que también comenzaron a mostrar señales de retiro de fondos. En el arranque de la semana, la salida neta alcanzó los 400.000 millones de pesos (unos USD 330 millones), según operadores consultados. Estos vehículos, pensados para estacionar pesos en el cortísimo plazo, acumulan inversiones por USD 29.700 millones, equivalentes al 5,1% del PBI.
En este contexto, la pregunta que circula en la City también resuena en La Plata, donde comerciantes, ahorristas e inversores medianos siguen de cerca la cotización de los dólares paralelos: ¿Por qué sigue habiendo tanto peso estacionado si el dólar parece “barato”? La respuesta de un operador es contundente: “Confían en la tablita de Caputo: dólar planchado, inflación bajando y tasas positivas. Pero los que saben, ya están migrando sus pesos”.
La otra señal de alerta viene del mercado de futuros. En apenas cuatro ruedas, el Banco Central perdió USD 1.008 millones tratando de contener las expectativas de devaluación. El volumen operado se disparó de USD 400 millones a USD 2.600 millones diarios, un salto del 650%. En la City dan por descontado que detrás de ese movimiento está la mano oficial.
El dato que más preocupa es que la devaluación implícita en estos contratos saltó 6%, reflejando la desconfianza sobre la capacidad del Gobierno para sostener el crawling peg del 2% mensual que prometió. Por caso, los futuros de marzo cerraron a $1.120, bastante por encima de lo que marcaría la devaluación programada.
Mientras tanto, las reservas brutas perforaron los USD 27.000 millones y cerraron la semana en USD 26.783 millones, el nivel más bajo desde septiembre pasado. La caída solo en la última jornada fue de USD 300 millones, producto de ventas en el mercado oficial y pagos de deuda. Según fuentes del mercado, el drenaje de divisas ya es difícil de disimular.
Desde el Palacio de Hacienda insisten en que se trata de una “volatilidad esperada” y confían en el “plan de estabilización”. Pero los números revelan otro panorama: con las reservas en estos niveles, las estimaciones privadas calculan que levantar el cepo tendría un costo de devaluación implícita de hasta el 40%.
La gran incógnita sigue siendo cuánto tiempo más podrá el Gobierno sostener este equilibrio precario sin nuevos ingresos de dólares ni cambios en los incentivos a exportadores. “Los exportadores se están quedando quietos y los importadores se apuran. La dinámica se rompe cuando se acaba la paciencia”, graficaron desde una consultora.
En el mercado financiero local ya se debate el límite de esta estrategia. “¿Hasta dónde puede seguir vendiendo billetes el Banco Central? La respuesta es hasta que la gente se avive y corra a buscar sus depósitos”, lanzó sin vueltas un exfuncionario del BCRA.