El Gobierno nacional activó una nueva etapa de su estrategia económica con el objetivo de hacer caer el dólar oficial hasta los $1.000, acumular reservas y controlar la inflación. Con respaldo financiero del FMI y el Banco Mundial, y en pleno inicio de la liquidación de la cosecha gruesa, el Ejecutivo lanzó el plan conocido internamente como “Tormenta de dólares”.
Este esquema busca aprovechar el ingreso masivo de divisas en un contexto donde la inflación de abril podría superar el 4% y el tipo de cambio ya muestra signos de apreciación. Para las autoridades, mantener el dólar a raya es una de las claves para sostener la baja en los precios tras el 3,7% registrado en marzo. El desafío inmediato es lograr un mayo con menor presión inflacionaria, antes de que se acerquen los meses de mayor tensión política y económica.
El propio presidente Javier Milei se encargó de enviar dos señales contundentes al mercado. Por un lado, exhortó al campo a liquidar exportaciones con premura al advertir que “a fin de junio se subirán nuevamente las retenciones”. Por el otro, apuntó a los inversores: “Vamos a intervenir en el mercado solo si el dólar llega al piso de la banda, es decir, a $1.000”. El mensaje dejó en claro que el Banco Central no intervendrá antes de ese umbral.
El acuerdo con el FMI y los dólares que llegaron
La hoja de ruta fue delineada junto al Fondo Monetario Internacional. Según el convenio vigente, el Ejecutivo debe comprar alrededor de USD 5.000 millones antes de junio. La primera parte del plan ya se ejecutó: en 48 horas ingresaron USD 13.500 millones, de los cuales USD 12.000 millones provinieron del FMI y USD 1.500 millones del Banco Mundial. Estas divisas permitieron contener el tipo de cambio oficial en torno a los $1.400.
Con esa base sólida, se espera que el ingreso de dólares del agro profundice la apreciación. Si bien hay dudas sobre si el campo liquidará los USD 25.000 millones estimados —por la caída del precio de la soja y un tipo de cambio menos competitivo que el dólar blend anterior—, entre fines de abril y mayo se prevé una liquidación significativa. En el corto plazo, eso podría empujar aún más a la baja la cotización del dólar.
El regreso de los dólares financieros
Otro punto central del plan oficial es la reapertura del mercado único de cambios a inversores extranjeros, con una cláusula que les exige permanecer al menos seis meses en el país. Esta ventana, que cubre el período electoral legislativo, busca atraer capitales de corto plazo.
En línea con esta medida, el banco JP Morgan recomendó invertir en bonos en pesos, en un escenario de tasas en alza y dólar en baja. No es un dato menor: fue el mismo banco que en 2018 abandonó abruptamente su posición en Lebac, detonando una de las crisis más fuertes del gobierno de Mauricio Macri.
En ese contexto, el economista Fernando Marull recordó que hace siete años los capitales extranjeros tenían posiciones por USD 27.000 millones en el mercado local, mientras que hoy esa cifra es nula. Reabrir la puerta a este flujo de dinero podría generar una apreciación brusca del peso, pero también reaviva los fantasmas de volatilidad ante una eventual salida repentina de esos capitales.
Impactos en la economía real
Más allá del optimismo oficial, la apreciación cambiaria empieza a mostrar consecuencias concretas. En marzo, las importaciones crecieron un 38%, mientras que las exportaciones cayeron un 2,5%. Esto reduce el superávit comercial, aunque el impacto se ve atenuado por el saldo positivo del sector energético, que en los últimos doce meses generó USD 6.000 millones.
En paralelo, la balanza turística también refleja los efectos del dólar barato. Este verano, los viajes de argentinos al exterior aumentaron un 73%, mientras que cayó la llegada de extranjeros al país. Si el tipo de cambio sigue apreciándose, la tendencia podría acentuarse.
El Gobierno, de todas formas, apuesta al ingreso de capitales financieros en el corto plazo y luego a inversiones de largo plazo en sectores estratégicos como energía o minería, aprovechando el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI).
Una estrategia con antecedentes
Aunque el equipo económico liderado por Luis “Toto” Caputo asegura que esta vez “será diferente”, la historia reciente es más escéptica. Experiencias como la convertibilidad, la “tablita” de Martínez de Hoz o el esquema de carry trade durante el macrismo terminaron en crisis. Sin embargo, el oficialismo confía en que la disciplina fiscal, sin emisión para financiar al Tesoro, puede sostener el nuevo esquema.
Queda por verse si este rumbo logra sostenerse hasta alcanzar el objetivo de fondo: reabrir el acceso a los mercados internacionales para refinanciar deuda. El Gobierno tiene cerca de un año, según el acuerdo con el FMI, para mostrar resultados concretos. La eliminación del cepo, la baja de la inflación, el superávit fiscal y el resultado electoral serán claves en esa carrera.