El presidente Javier Milei vuelve a estar en el centro de la tormenta tras promocionar una criptomoneda que, según expertos del sector, carece de respaldo y podría estar vinculada a un esquema fraudulento.
La situación generó alarma en el equipo económico del gobierno, ya que podría afectar las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y derivar en posibles acciones judiciales.
El anuncio que encendió las alarmas
A través de su cuenta en X (ex Twitter), Milei fijó un mensaje promocionando el proyecto bajo la consigna: «La Argentina Liberal crece!!!». Según el mandatario, la criptomoneda denominada Libra (LIBRA), de la red Solana, serviría para financiar emprendimientos y atraer inversión privada al país. Sin embargo, en la comunidad cripto, la iniciativa fue rápidamente catalogada como una «shitcoin», término que se utiliza para describir tokens sin valor real o con alto riesgo de fraude.
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El proyecto fue vinculado a una página web con un diseño rudimentario (https://www.vivalalibertadproject.com/), lo que sumó dudas sobre su seriedad. A esto se suma que la denominación «Libra» ya había sido utilizada previamente por Meta (ex Facebook) en un intento fallido por crear su propia criptomoneda.
Un escándalo con impacto económico y político
La falta de información concreta sobre los creadores del proyecto y la ausencia de garantías despertaron fuertes críticas. Algunos especialistas en el mercado cripto señalaron que la moneda podría haber sido objeto de una estrategia especulativa conocida como «rug pull», en la que los desarrolladores inflan artificialmente el valor de un token para luego retirarse con las ganancias, dejando a los inversores con activos sin valor.
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El impacto político no tardó en llegar. Desde la oposición, dirigentes como Juan Grabois y Martín Lousteau solicitaron que la Justicia intervenga para determinar si el accionar de Milei podría encuadrarse en una falta ética o incluso en un delito, bajo el artículo 265 del Código Penal, que sanciona la promoción de intereses privados desde un cargo público.
Repercusiones en el gobierno y el FMI
En el entorno del ministro de Economía, Luis Caputo, la preocupación crece, ya que el episodio podría perjudicar las tratativas con el FMI. El organismo internacional mantiene una postura cautelosa respecto a las criptomonedas, alertando sobre los riesgos de anonimato y su posible uso para actividades ilícitas. Un escándalo de estas características podría afectar la imagen del gobierno ante los organismos financieros internacionales y complicar el acceso a financiamiento.
En medio de la controversia, diversos voceros libertarios intentaron instalar la versión de que la cuenta de Milei había sido hackeada. No obstante, el propio presidente desmintió esa teoría en una entrevista con Bloomberg Línea, donde confirmó que la iniciativa era real y que se trataba de «financiamiento privado».
Un traspié en la estrategia presidencial
La criptomoneda experimentó una fugaz suba de valor impulsada por seguidores del mandatario, pero en cuestión de minutos colapsó, generando pérdidas para quienes compraron bajo la ilusión de una inversión segura. Según fuentes del sector, algunos operadores podrían haber obtenido ganancias de entre 7 y 8 millones de dólares antes del desplome.
El episodio también generó fisuras dentro del propio ecosistema libertario. Lilia Lemoine, cercana a Milei, intentó despejar dudas sobre un posible hackeo, mientras que asesores financieros ligados al presidente denunciaron públicamente la moneda como una estafa. Estas contradicciones internas reflejan la falta de una estrategia comunicacional clara y ponen en entredicho el manejo de la situación por parte del oficialismo.
A días de su viaje a Washington, donde buscará avanzar en la renegociación con el FMI y mantener reuniones clave con referentes internacionales, Milei enfrenta una nueva crisis autogenerada que podría tener consecuencias en su imagen y en la confianza de los mercados. La pregunta que queda abierta es si el gobierno aprenderá de este traspié o si se trata de una muestra más de su estilo de gestión basado en la improvisación y la provocación.